¿Puedes recordar tu infancia?. A cuantos nos habrá pasado que cuando éramos niños nos encontrábamos a punto de jugar uno de esos partidos entre salones, esos en los que se juega un poquito más que un simple partido.
Y si me pongo a recordar con mayor atención, puedo ver como caminaba de un lado a otro de la cancha... si, ahí estaba con mi camiseta roja y blanca, con un numerito en la espalda (el mío era el 10, como Maradona), muerto de nervios y rogando que el partido se suspenda, pero de pronto escucho una voz que me dice: “Vaya tranquilo nomás número 10, que acá está su viejo para apoyarlo en todo”, me llenaba de valor y saltaba a la cancha previa persignada por si acaso.
Y mientras duraba el partido, escuchaba todo el rato, ¡Vamos 10, marque! Y dejaba hasta la última gota de sudor por no fallar, por salir jugando con pelota dominada como Maradona. Veía que mi padre hacía una pirueta y media para darme aliento ¡Grande mi viejo! Al final no me acordaba del resultado, pero si de lo que dijo mi viejo: “Vaya tranquilo nomás”.
Ahora que el tiempo me ha dejado crecer y desperdiciar tanta oportunidad, me da muchas ganas de abrazarlo fuerte y pedirle a Dios que le dé vida y me dé fuerza para que llegue a la meta y me vea triunfando, terminando mi carrera.
Es por eso que siempre cuando estoy solo, me acuerdo de ese día, y aunque la camiseta blanca y roja la encuentre guardada en algún baúl, siempre me imagino escuchar “Vaya tranquilo nomás, número 10, que acá está su viejo para apoyarlo”.
Siento que todo se puede... ¡Dios te bendiga viejo!
Dante Mory
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Ingrese su comentario: